domingo, 8 de noviembre de 2009

La alegría de la sencillez

¿Que puede haber más relacionado con el cerebro que la felicidad que nos produce una alegre experiencia?
Ayer probé el nuevo aceite de arbequinita. Sabroso, verde, denso, fresco y tan vivo que me parecía estar experimentando el propio árbol en vez de su fruto. Todas mis neuronas empezaron a bailar de alegría.
No tengo mejor ejemplo para poneros que este simpático video de Bobby MacFerrin. Músico y Feliz donde los haya, en el que nos demuestra con audacia y frescura el poder de la música a través de la escala pentatónica:

http://www.youtube.com/watch?v=ne6tB2KiZuk

que divertido para practicar con los enanos!

sábado, 7 de noviembre de 2009

Comamos lo que somos


Comemos con los ojos, con la boca, con la nariz, con las manos y hasta con los oidos. Hay crujidos muy divertidos. ¿Has comido alguna vez con la nariz tapada? Ese chocolate tan rico de repente no sabe a nada. Y reconocer algunos sabores con los ojos vendados tampoco es facil. Estas son algunas de las maneras de volver al gusto original de los alimentos que propone slow food a los más pequeños.
Educar el paladar es una de los mejores regalos que se puede dar a un niño. Liberarle de esas calorias vacias que nos impone el mercado a base de fierisimas e insistentes campañas de marketing y de etiquetas estudiadas para mentes infantiles. ¿Sabias que el rojo les vuelve locos? Y ¿que el verde no? Y la mentira no basta con estar fuera sino que dentro se afianza. Los snacks y las chocolatinas atraen y enganchan a las papilas gutativas con falsos mensajes ya que el valor nutritivo es casi nulo. Y esos niños alimentados de calorias vacias crecen con el cerebro vacío y son totalmente vulnerables al mercado, a la publicidad y al capricho de las multinacionales.

¿Y por que tenemos nosotros que comer esos inventos americanos o peor aun, sus imitaciones nacionales? ¿Que pasa con los alimentos que nos da la naturaleza? ¿Que pasa con la historia que hay detras de cada plato cocinado? Las especias y papas que llegaron de la India; la miel en la cocina, que tanto gustaba al pueblo arabe. Si desgranamos cualquiera de nuestros platos encontrariamo ricas historias de intercambios humanos y de cultivo.

Un paladar educado no se traga cualquier cosa, como una mente cultivada. Siempre buscará lo mejor. Lo que realmente le haga bien y feliz.

Esta iniciativa de Slow Food entronca absolutamente con la filosofía de la cultivada e intentaremos ponerla en práctica organizando talleres para devolver al ser humano la riqueza que ancestralmente le pertenece y que el capitalismo mordaz y el bolsillo de unos pocos desalmados pretenten robarnos.